domingo, 10 de febrero de 2013

SISTEMAS MÉDICOS



LA MEDICINA EN LA EDAD BARROCA  

(SIGLOS XVII A XIX). 


La edad barroca sigue al renacimiento y abarca desde la segunda mitad del siglo XVII hasta la Revolución industrial a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX. En este lapso se desarrollaron una serie de grandes sistemas o teorías médicas que se disputaban el lugar prevaleciente que habían ocupado las ideas galénicas durante cerca de 1 500 años. Varios sitemas médicos como la iatroquímica, la iatromecánica, el animismo y el vitalismo, el solidismo, el brownismo, el mesmerismo y otros más, dieron origen a distintos conceptos de enfermedad, algunos de los cuales influyeron en la terapéutica empleada en los pacientes. 

Varias de estas teorías siguieron la sugestión de Sydenham, de que la enfermedad debería estudiarse igual que otros objetos de mundo natural y se dedicaron a clasificar a los padecimientos en clases, órdenes y géneros, lo mismo que se hace con plantas y animales. 

Desde el punto de vista cultural un sistema médico es el conjunto organizado de ideas referidas a una tradición curativa determinada. Desde el punto de vista del comportamiento, un sistema médico puede verse como un análogo del orden socioeconómico. Una o más tradiciones médicas se usan para producir y distribuir servicios y productos médicos en una comunidad o región determinada.

El estudio del conocimiento cultural sobre el padecimiento y sus vinculaciones con diagnósticos diferenciales y acciones curativas se denomina etnomedicina. Los componentes de comportamiento de los sistemas médicos tienen que ver con las interacciones sociales de los curadores y sus pacientes en un contexto cultural  y económico. 


Los mecanismos sociales por los que se adiestran los curadores, la división del trabajo entre estos y la organización de las instituciones a través de las cuales  se administran servicios médicos a una población son todas partes importantes  de los sistemas médicos.  Están compuestos por componentes tanto cognoscitivos como de conducta: se los encuentra en todas las culturas y se los estudia como parte del campo de la antropología médica. El componente cognoscitivo se centra en teorías de la etiología de los padecimientos e involucra una taxonomía de categorías de enfermedad agrupadas por su agente causal. 

LA IATROQUÍMICA
 
El fundador de esta teoría de la medicina fue Paracelso con su interés en aspectos químicos de la naturaleza, su postulado de las tres sustancias químicas fundamentales (mercurio, azufre y sales) y su insistencia en el uso de sustancias químicas en vez de las infusiones y preparados recomendados por la tradición galénica. Más cercano a la Edad Barroca es Johannes Bapista van Helmont (1578-1644), quien nació en Bruselas y estudió matemáticas, filosofía, astrología y astronomía. Continuó estudiando leyes, botánica y medicina; de esta última se decepcionó cuando no pudo curarse de la sarna. En sus viajes conoció los escritos de Paracelso, lo defendió y a la magia, y propuso que los efectos milagrosos de las reliquias sagradas se deben a su "acción simpática" y no difieren de la "cura del arma por magneto". 

Legó todos sus manuscritos a su hijo, quien los publicó en 1648 como Ortos medicinae. Se trata más que de un tratado de medicina: es todo un nuevo sistema filosófico y religioso, junto con una proposición para reformar en forma completa a la filosofía natural. La enfermedad se relaciona con el Archeus, el principio vital de todo el organismo y no cada una de sus partes. La enfermedad es consecuencia del Pecado Original.

Otro personaje del siglo XVII que rechazó la teoría humoral galénica es el holandés Franciscus Sylvius (1614-1672), quien nació en Hanau y estudió en París, donde se graduó de doctor a los 23 años de edad. Las bases del sistema de Sylvius son la química, los nuevos conocimientos acerca de la circulación sanguínea y la información reciente de los vasos linfáticos, linfa, ganglios y páncreas, a lo que deben agregarse ideas antiguas como espíritus y el calor innato del corazón, pero en cambio rechaza el concepto galénico del pneuma. Sylvius propone sustituir los cuatro humores clásicos (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra) por otros tres, que son la saliva, el jugo pancreático y la bilis; a este triunvirato humoral agrega la idea colectiva de los espíritus vitales. De importancia primaria son los procesos químicos de fermentación y efervescencia, así como las cualidades de ácido y alcalino; la saliva y el jugo pancreático son ácidos y la bilis alcalina. La saliva participa en la digestión gástrica, mientras la secreción pancreática y la bilis contribuyen a la transformación del quimo en quilo y heces fecales. 

Para Sylvius la sangre es el componente fundamental del organismo, donde se desarrollan los procesos que resultan en salud y en enfermedad; la sangre contiene a la bilis preformada, que se separa de ella en la vesícula biliar pero vuelven a mezclarse en el hígado, donde junto con el quilo producen una fermentación vital. De acuerdo con Sylvius la salud consiste en la realización normal del proceso de fermentación en el organismo, sin la aparición de sales ácidas o alcalinas; en cambio la enfermedad ocurre cuando uno de estos dos tipos de sales surge y prevalece. 

La terapéutica aplicada por Sylvius era sencilla: eliminar el ácido o el álcali en exceso. Lo primero se logra con sustancias alcalinas y lo segundo por medio de ácidos. La efervescencia de la bilis se cura con sustancias catárticas. Sylvius recomendaba diaforéticos, absorbentes y eméticos, mientras que repudiaba las sangrías.  

 

Otro médico iatroquímico del siglo XVII fue Thomas Willis (1622-1675), a quien volveremos a encontrar entre los animistas. Willis postuló la existencia de cinco elementos, en lugar de los cuatro galénicos o los tres de Sylvius; éstos eran agua, tierra, sal, azufre y espíritus. Además, adoptó las ideas de Sylvius sobre la fermentación, pero rechazó los ácidos y los álcalis del médico holandés. De hecho, Willis asignó a las fermentaciones todas las actividades corporales y todos los movimientos internos, que aunque se localizan en el estómago y en el bazo, en realidad se deben a los espíritus vitales generados en el cerebro, que a su vez corresponde en su mayor parte al mercurio que, según Paracelso, volatiliza los cuerpos. Willis cree que las enfermedades, especialmente las de la sangre, se deben a fermentaciones y efervescencias en que los espíritus vitales desempeñan el papel principal. Por ejemplo, la histeria se debe a la unión de los espíritus con la sangre imperfectamente purificada en el bazo, así como a la falsa fermentación que resulta de ello.
 
Otro iatroquímico del siglo XVII, el holandés Cornelius Bontekoe (1647-1695) quien fue médico de Brandenburgo y profesor de medicina en Frankfurt, en vista de que para "lavar el lodo pancreático" recetaba a sus enfermos que tomaran 50 tazas de té de una sola vez, o 100 tazas en el curso de un día; otras dos recomendaciones eran que los pacientes fumaran tabaco en forma constante y usaran opio con generosidad. No es de extrañar que fuera uno de los profesionales más famosos de su tiempo, que tuviera numerosa clientela y un grupo grande de médicos seguidores de su "sistema".  

La escuela iatroquímica perdió el prestigio con que contaba en varios países europeos a mediados del siglo XVIII, en parte por el surgimiento de la escuela iatromecánica y del animismo, y en parte porque la influencia de Sydenham y de Boerhaave alejó a los médicos y a los enfermos del demasiado teorizar y concentró su atención en la medicina clínica. La iatroquímica hacía hincapié en los aspectos cualitativos de la medicina y además era incapaz de explicar la especificidad de los fenómenos naturales, mientras que la iatromecánica se prestaba al análisis cuantitativo y proponía mecanismos bien definidos para la mencionada especificidad. 

LA IATROMECÁNICA

La iatromecánica es la doctrina que compara al cuerpo humano con una máquina artificial y pretende explicar su funcionamiento sobre bases puramente físicas. En este sistema las partes sólidas del organismo constituyen diferentes maquinarias o conductos inertes que obedecen las leyes de la estática, mientras que los líquidos se rigen por los principios de la hidráulica. Se acepta que uno de los primeros iatromecánicos fue Santoro Santorio, a quien ya mencionamos como uno de los primeros en introducir métodos cuantitativos en la medicina. Pero quizá el miembro más prominente de la escuela iatromecánica haya sido Giovanni Alfonso Borelli (1608-1679), quien nació en Nápoles y estudió matemáticas en Roma.

El libro de Borelli, De motu animalium, consta de dos partes. La primera  iatromecánica, o mejor aún, iatromatemática, en la descripción de los movimientos corporales basada en los principios de la mecánica física, y revela una experiencia personal muy amplia de disecciones en distintas especies animales. La segunda parte es un tratado magistral de fisiología que incluye la contracción muscular, la función renal, la respiración, la secreción biliar, algunos aspectos de la nutrición y de la digestión y hasta comentarios sobre la fiebre. 
Entre los iatromecánicos más entusiastas debe mencionarse a Archibald Pitcairn (1652-1713), se cambió a medicina en París y se graduó en 1680 en Reims, atacó fuertemente todos los sistemas médicos, señalando que su búsqueda de las "causas" de los fenómenos son estériles y que lo único que podemos conocer son las relaciones de las cosas entre sí y las leyes y propiedades de sus apariencias. Se limita a analizar los fenómenos observables y expresa sus leyes en forma matemática. 
Un sistema muy cercano al iatromecánico fue el llamado mecánico-dinámico, postulado por Friedrich Hoffmann (1660-1742) en su libro Fundamenta medicinae de 1695. El sistema de Hoffmann se basa en la anatomía y en la física, pero en la anatomía de Hoffmann se incluye la fisiología y en la física se estudian los movimientos de los cuerpos; la química es de importancia secundaria. El elemento central es el movimiento.




Hoffmann tenía muy presente que algunas heridas menores, como pequeñas cortaduras o venisecciones torpemente realizadas a veces se complicaban con inflamaciones y supuraciones muy aparatosas, acompañadas de fiebre elevada, delirio y aun la muerte. Los tratamientos recomendados por Hoffmann eran sencillos y escasos en drogas: en primer lugar debían regularse los movimientos anormales, relajar los espasmos y aumentar la contracción de los órganos demasiado relajados. 

ANIMISMO O VITALISMO

Entre los primeros animistas debe mencionarse a Van Helmont y a Willis, quienes también figuran como iatroquímicos. El Archeus del primero corresponde al ánima, que reside en el estómago y en el bazo; en cambio, el segundo postuló la existencia no de una sino de dos ánimas distintas, la racional (inmortal y específica del hombre) y la material (compartida con los animales), pero que no participan en la enfermedad. El personaje central en la historia del animismo es Georg Ernst Stahl (1639-1734).  

 

Stahl rechaza lo relacionado con las ciencias naturales en la medicina; en su concepto, el organismo es totalmente distinto de una máquina y solo puede comprenderse como el producto de un principio inmaterial que le confiere forma, función, armonía y permanencia. El cuerpo humano es completamente pasivo, un autómata manejado por una entidad denominada de distintas maneras anima, natura, principium vitae, Natur, physis, y otros nombres más. Stahl había observado la asombrosa capacidad de autorregulación del organismo; como químico se preguntó cómo era posible que una estructura tan compleja y tan destructible como el cuerpo humano mantuviera su integridad frente a tantas agresiones y no se desintegrara como ocurre tan rápidamente después de la muerte. Incapaz de explicar estas dos propiedades del cuerpo humano (autorregulación y conservación) por medio de las teorías médicas en boga en su tiempo, la iatroquímica y la iatromecánica, Stahl inventó una solución Perfecta: el ánima. El ánima imparte vida a la materia muerta, genera el cuerpo humano como su residencia y lo protege contra la desintegración, que solamente ocurre cuando el ánima lo abandona y se produce la muerte. 
Para su terapéutica, Stahl consideraba que el propio organismo era el mejor agente, a través de la vis medicatrix naturae, que era lo mismo que el ánima. Como esta última era la causa de todas las enfermedades, también podía curar todo. Las medidas terapéuticas debían actuar  a través del ánima, o mejor aún, de los "movimientos" resultantes de su acción, inhibiéndolos cuando fueran excesivos o estimulándolos cuando fueran débiles o estuvieran ausentes. Stahl estaba a favor de las sangrías, tanto en padecimientos agudos como crónicos; otros medicamentos que recetaba eran purgantes, eméticos, diaforéticos, polvos gástricos.
A fines del siglo XVIII el animismo de Stahl y sus seguidores cambio de nombre (pero no de espíritu) con Paul Joseph Barthez (1734-1806), cuyas ideas empezaron a conocerse como vitalismo. El principio vital de Barthez es simplemente "la causa de los fenómenos de la vida en el cuerpo humano". El principio vital está dotado de movimientos y sensibilidad; además, es distinto de la mente, se encuentra distribuido en todas partes del organismo y no puede funcionar de manera aislada en ninguna de ellas, ya que rápidamente se generaliza por medio de simpatías o afinidades existentes entre los distintos órganos. La enfermedad se debe a alguna alteración del principio vital; por ejemplo, los padecimientos nerviosos son un debilitamiento de sus poderes, mientras que las fiebres pútridas son fermentaciones que tienden a la corrupción; otro ejemplo serían las enfermedades malignas, en las que el principio vital está muy disminuido o ausente.               

IRRITABILIDAD, SOLIDISMO, BROWNISMO Y MESMERISMO

Durante la Edad Barroca surgieron otras "escuelas" o teorías médicas que pretendían sustituir a la teoría humoral de Galeno. Una usó el concepto de irritabilidad, introducido por Francis Glisson (1597-1677), para explicar que "después de la muerte las fibras se contraen al ponerlas en contacto con licores ácidos o picantes". Fue Albrecht von Haller (1708-1777) quien desarrolló de manera más extensa el concepto de irritabilidad y la apoyó con datos experimentales (según él, sólo para identificar las partes del cuerpo que poseen irritabilidad realizó 567 experimentos). 

El solidismo o patología neural fue una de la reacciones más intensas en contra de la teoría humoral de la enfermedad de Galeno. Fue propuesto por William Cullen (1712-1790). De acuerdo con Cullen, el sistema nervioso desempeña el papel central en la patología humana y lo que se enferma no son los humores o líquidos sino los tejidos y órganos sólidos del cuerpo. Cullen postuló la existencia de una fuerza o principio indefinido generado por el sistema nervioso que inicia y mantiene todos los procesos fisiológicos y patológicos que se dan en el organismo. Cullen llamó a este principio fuerza nerviosa, actividad nerviosa, fuerza animal o energía del cerebro

 

La terapéutica de Cullen era sencilla y muy seleccionada: para disminuir el espasmo aconsejaba purgantes y eméticos, baños calientes y opio; para eliminar la atonía y fortalecer el corazón usaba baños fríos y tónicos como el vino y la quinina, y como medidas generales recomendaba dietas y diuréticos.  

John Brown (1735-1788), quien redujo la irritabilidad y el solidismo o patología neural al absurdo y lo bautizó como brownismo. El principio central del brownismo es la excitabilidad, presente en todo el organismo pero concentrada en el sistema neuromuscular. La excitabilidad de Brown amalgama los conceptos de irritabilidad y sensibilidad de Glisson, Haller y Cullen; sin embargo, para Brown la vida sólo existe cuando las influencias externas actúan sobre la excitabilidad y generan una respuesta congruente con ellas. La vida no es un fenómeno independiente o espontáneo, sino más bien la reacción continua del organismo a estímulos externos. La salud es el equilibrio momentáneo entre el nivel de estimulación externa y la magnitud de la reacción generada en estructuras excitables; la relación entre estos dos elementos primordiales es puramente cuantitativa.

El mesmerismo fue introducido por Franz Anton Mesmer (1734-1815) a fines del siglo XVIII. En 1774 publicó sus experimentos y en 1799 apareció su libro Mémoire sur la découverte de magnétisme animal, en el que resume su doctrina. También llamado magnetismo animal (sobre todo en los siglos XVIII y XIX) es el estado o el resultado de alguien al ser magnetizado. Según su descubridor, Franz Anton Mesmer, se trata de un estado particular de vibración del fluido universal.

 

Mesmer recibió el patrocinio de María Antonieta y el rey Luis XIV le entregó 10 000 francos para que fundara un Instituto Magnético y otros 20 000 francos para su uso personal. Mesmer daba clases de magnetización a 100 luises de oro por estudiante, fundó una Orden de la Harmonía para sus benefactores, tinas magnéticas llenas con agua sulfurada y otros ingredientes, de las que salían tubos metálicos con anillos colgados por medio de los cuales los participantes en la sesión establecían contacto. En estas sesiones Mesmer aparecía vestido con estrambóticos ropajes color lila y tocaba con una banda o con sus manos a los pacientes. Estas sesiones eran muy populares y muy pronto hicieron a Mesmer un hombre rico, entre sus clientes se contaban Lafayette y muchos de los literatos, políticos y aristócratas más prominentes de su época. 
 
LA NOSOLOGÍA
 
Ya se mencionó, en el siglo XVII Sydenham preconizó el abandono de las teorias médicas y la necesidad de construir la historia natural de las enfermedades a partir de la observación y la descripción de los hechos patológicos. Sus enseñanzas fueron recogidas casi 50 años después por Francois Boissier de Sauvages (1706-1767), a quien ya hemos mencionado como un vitalista de Montpellier. Sauvages adoptó la idea de que las enfermedades debían describirse del mismo modo que las plantas y en 1731-1734 publicó un pequeño libro titulado Nouvelles classes de maladies, que entre otros méritos tuvo el de estimular el interés de Carl von Linneo (1707-1778) en el mismo tema. 

 

Sauvages continuó trabajando en la clasificación de las enfermedades y en 1768 publicó su obra magna Nosologia methodica sistens morborurn classes juxta Sydenhami mentem et botanicorum ordinem en tres volúmenes y con la enumeración de 2 400 clases diferentes de enfermedades. Siguiendo un criterio aristotélico, Sauvages clasifica las enfermedades en géneros, especies, clases y órdenes; la clasificación pretende basarse en los síntomas, pero a veces se usa también la localización anatómica o la etiología. Se distinguen 10 grupos generales de enfermedades con 44 órdenes y 315 géneros. En niguna parte aparece la historia natural de la enfermedad como el elemento fundamental para distinguirlas a unas de otras. 



- Carrillo, JL. (1992). Historia de la ciencia y la técnica. La medicina en el siglo XVIII. VOL. 30 Ediciones Akal. Madrid España.
- Barfield Thomas.  Diccionario de antropología. Siglo XXI editores. 
- Pérez, T.R (1997). De la magia primitiva a la medicina moderna. Recuperado de: http://www.bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sities/ciencia/volumen3/ciencia3/154/html/sec_14.html





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